
Esta nota gira en torno a la imagen que la acompaña, tomada de un artículo publicado en European Neuropsychopharmacology (2018) y nos muestra el curso en el tiempo que puede adoptar el TDAH.
Veamos uno de estos cursos, es el identificado con el número tres y una línea azul punteada, corresponde al curso SUBUMBRAL EN LA NIÑEZ. Estos son chicos que a lo largo de la escuela van mostrando evidencias de dificultades escolares relacionadas con el funcionamiento ejecutivo y comorbilidades, pero que no alcanzan a cumplir los criterios diagnósticos requeridos para considerar el cuadro de TDAH.
Navegan por la escuela requiriendo apoyos, pero la misma estructura de la escuela y la supervisión de los padres contribuye a que se logre mantener un adecuado o aceptable rendimiento escolar y/o social. En DSM-5 estos pacientes pueden ser ubicados, en algunos casos, en la categoría denominada OTRO TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN/HIPERACTIVIDAD ESPECIFICADO (314.01)
Cuando la estructura de la escuela se pierde o cuando la supervisión de los padres ya no ocurre porque el entorno no la facilita o porque los chicos se resisten a ella (por ejemplo en el bachillerato o la universidad), entonces ocurre eso que se observa en la trayectoria que el gráfico presenta: se supera el umbral.
Son diagnósticos que se formulan en la adolescencia tardía o en la vida adulta temprana. No surgen de la nada, si tienen un historial tras de ellos pero fueron logrando avanzar en un entorno estructurado, al perderse la estructura o presentarse otro tipo de exigencias, se hace evidente la disfunción, se cumplen criterios y resulta posible formular el diagnóstico.
También quedaría acá esos chicos con dificultades atencionales-hiperactividad/impulsividad DEPENDIENTES DE CAMPO. ¿Qué quiere decir esto? Que las dificultades solamente se hacen evidentes en determinados contextos, cuestión que lleva a poner énfasis en la intervención en el contexto, sin dejar de proporcionar herramientas a quien presenta la dificultad.
La otra trayectoria que llama la atención es el cuadro CLÁSICO DE REMISIÓN. Son aquellos que presentaron dificultades con inatención-hiperactividad/impulsividad en la niñez y adolescencia, pero que con el tiempo van mejorando, teniendo mejor control, más habilidades adaptativas. Es un grupo grande dentro del TDAH y no significa que el diagnóstico haya sido erróneo, sencillamente significa que las circunstancias mejoraron a tal punto que se retire el diagnóstico, sin embargo hay que tomar algunas precauciones porque el TDAH es una condición de vida, es decir no desaparecerá sin más, esto implica que si se presentan situaciones que faciliten la disfunción, esta tendrá una alta probabilidad de ocurrir hasta que se retome el control nuevamente.
Muchos adultos logran esta remisión porque han aprendido una serie de habilidades y las han logrado poner en práctica, otros porque han logrado estructurar mejor su entorno y este les brinda un escenario de seguridad para desenvolverse, también está los que han logrado ambas cosas.
¿Quiénes pueden ser esos que logren la remisión? A los que no le brindan espacio a la psicometría probablemente no les guste este comentario, pero la respuesta nos la puede dar la psicometría. Los niños y adolescentes que muestran mejor control inhibitorio, mejor sistema de monitorización de errores, mejor velocidad de procesamiento o de reacción. Esto permitiría, en alguna forma, distinguirlos del grupo que no experimenta remisión. Algunos estudios se han realizado también a través de neuroimagen y neuroimagen funcional, pero eso no es tan accesible como algunas herramientas psicométricas.
¿QUÉ HACER?
1. Trabajar en los contextos. Siempre resultan determinantes. Centramos toda la intervención en la persona, pero sin trabajar los contextos. No podemos pretender lograr buenos resultados si el contexto es disfuncional.
2. La evaluación debe incluir diversas pruebas psicométricas, estas pueden ayudarnos a distinguir los subgrupos. Aunque el diagnóstico es eminentemente clínico, la psicometría contribuye a la detección de comorbilidades, establecimiento de pronósticos posibles y orientar la intervención, además de dar parámetros de referencia objetivos.
3. Comprender que el TDAH es una condición de vida. No es que se pierdan los diagnósticos del todo, sencillamente las condiciones han cambiado y la persona, además de madurar, ha adquirido herramientas que le permiten adaptarse mejor a su contexto, además de haber logrado modificarlo.
4. Monitorear el curso en el tiempo para ir adaptando la intervención y los apoyos.
REFERENCIAS DE LECTURA
El artículo citado en la imagen al inicio de la publicación.
Mattfeld AT, et al (2014) Brain differences between persistent and remittend ADHD. Brain 137; 2423-2428.
McAuley T, et al (2014) The persistente of cognitive deficits in remitted and unremitted ADHD. Journal of Child Psychology and Psychiatry 55:3, 292-300
Michelini G, et al (2016) Attention-Defiit/Hyperactivity Disorder remission is linked to better neuropsychological error detection and attention-vigilance processes. Biological Psychiatry 2016; 80: 923-932.