De acuerdo a Margolis y McGettigan (1988) uno de los factores de resistencia de los profesores a los procesos de inclusión escolar se relaciona con la percepción que aquella es IMPUESTA SIN SU PARTICIPACIÓN.
¿Y se da esto?
Si se da y en la mayoría de los casos.
Al profesor se le entrega un plan con acomodaciones en el aula o adecuaciones curriculares que le llegan el departamento de orientación o de dirección indicando los procesos que debe seguir para aplicarlas. Pero muchas veces en el diseño de las mismas no ha habido espacio para su opinión. Llega aquello como una imposición de autoridades superiores dentro del ámbito escolar.
Para superar esto es importante aplicar algunas medidas generales:
- El orientador escolar debe entrevistasse con el o los docentes involucrados en la adecuación curricular
- El o los docentes deben ser protagonistas en el diseño de la adecuación y/o su implementación
- El proyecto debe ser discutido y consensuado con ellos antes de enviarlo a las autoridades escolares y los padres
- Es conveniente que el profesor conozca muy bien al estudiante que de beneficiará de esas acomodaciones o adecuaciones, que interaccione con él y logre armar su perfil de funcionamiento general en el aula. Si es posible que sea el mismo profesor que fue su docente o encargado de grado en el año anterior, esto porque da continuidad y se cuenta con una base de experiencia.
El aula es un entorno en el que el profesor necesita gobernar y gozar de suficiente autonomía para ejercer su labor docente. Las ingerencias externas, aún sean de la misma dirección del plantel, pueden resultar siendo desestabilizadoras; con esto no defiendo su independencia total porque algunos lineamientos generales debe seguir (currículo, por ejemplo). Un proyecto de adecuaciones o acomodaciones escolares para la inclusión, sin contar con el concurso del profesor que las aplicará, es el preludio a un proceso que puede resultad complejo y dificultoso, cuando no imposible.