La historia de Gino Bartali es el buen ejemplo para cuando uno se anima a dar opinión sin saber del tema o ignorando los detalles de la historia.
Detrás de lo que vemos hay muchas cosas que podemos ignorar.

Bartali comenzó en el mundo de la bicicleta porque su jefe le regaló una por ser buen trabajador. Se movía en ella de casa al trabajo y viceversa, sumado a algunos paseos por las montañas de su país Italian.
Pronto comenzó a competir y ganó el Giro, pero Mussolini quería convertirlo en ganador del Tour de France como una forma de demostrar que los italianos, al igual que los alemanes de Hitler, eran una raza superior. Y aunque Bartali no se prestó para aquel juego político, racial y supremacista, terminó ganando el Tour de France en una oportunidad, un accidente evitó que ganará en su segunda competición, en esa oportunidad se ganó el sobrenombre de «El Monje Volador» porque literalmente en un puente salió volando hasta el fondo (muy profundo), pero le encontraron con vida, se entiende lo de «Volador» y lo de «Monje» por sus profundas convicciones religiosas producto de la conversión que experimentó después de la muerte de uno de sus hermanos.

Estos triunfos fueron utilizados por el gobierno Facista de Mussolini con fines propagandísticos. Luego se vino la II Guerra Mundial y todas las competeciones se suspendieron, pero Bartali seguía «entrenando» en su bicicleta.
Entre comillas «entrenando» porque en parte era verdad y en parte no lo era.Bartali hacía cada día un largo recorrido en su bicicleta, usaba un uniforme con su nombre y esto hacía que al pasar por puestos de soldados italianos, estos le saludaran como su héroe.
En los puestos de soldados alemanes tuvo algunos inconvenientes, incluso en una oportunidad fue arrestado y su astucia le salvó de peores consecuencias.
Cada día hacía el camino de ida y el camino de vuelta. Entrenaba pero hacía algo más.Terminada la guerra, Bartali volvió a competir en el Tour de France en su primera convocatoria. Como era de esperarse, lo ganó. Pero había algunos que le identificaban con el régimen del Duce, le criticaban despiadadamente y le señalaban de manera acusadora.
Bartali guardó silencio todo el tiempo. Unos años después se descubrieron unos documentos escritos por Giorgio Nissim. Estos documentos tenían detalles de los movimientos de Bartali. Muy interesante, su recorrido diario de más de 200 kilómetros ocurría entre el lugar de encuentro con Nissim y un monasterio católico, ida y vuelta… En el asiento de su bicicleta y entre su uniforme Bartali transportaba entre ambos lugares pasaportes falsos para ayudar a judíos a escapar del régimen y odio nazi. Un entremado bien elaborado y planificado por el cardenal Angelo DallaCosta, arbobispo de Florecia, algunas monjas de clausura y el rabino de Florencia, Nathan Casuto y el sacerdote Leto Casini.

Fueron muchos los pasaportes que Bartali transportó en una y otra dirección.
Numerosos los judíos, más de 800, que se salvaron gracias a esta acción que apenas o casi no despertó sospecha porque Bartali utilizó su prestigio, su fama, para esconder su heróica y arriesgada misión.
Finalmente, a todos sus detractores les fue callada la boca cuando Bartali, de manera póstuma, recibió el reconocimiento de JUSTO ENTRE LAS NACIONES.Moraleja: si no sabes todos los detalles, no critiques el trabajo de otro.
Las imágenes son de El País, Mundo Deportivo y BBC.
Fuentes: La República y una historia que me contó mi esposa sobre Bartali.