CUESTIONES SOCIALES, RACIALES Y ECONÓMICAS EN EL DIAGNÓSTICO DE TEA (Trastornos del Espectro del Autismo)
El diagnóstico de TEA es uno de los que, en conjunto, mayor retardo presenta a pesar de la urgencia y necesidad del diagnóstico temprano. De los primeros síntomas y la primera consulta al diagnóstico, hay un retardo injustificable de, aproximadamente, dos años. Algunas veces, a pesar de no contar con el diagnóstico preciso, los padres implementan medidas de intervención acertadas, pero esto no ocurre en la mayor parte de los casos, en consecuencia esta demora implica el desaprovechamiento de un tiempo de importancia trascendental, crítico en el neurodesarrollo. Esto pone en duda la calidad de los servicios de atención profesional que se reciben cuando de TEA hablamos.
La OMS define la “calidad de servicios de atención médica” incluye los siguientes elementos:
– No discriminación
– Disponibilidad (número suficiente de establecimientos, servicios y programas de salud)
– Accesibilidad
– Aceptabilidad
– Calidad
– Con rendición de cuentas.
En el caso de los TEA el primer elemento que la OMS menciona, aparece con mucha claridad: hay discriminación en la formulación temprana del diagnóstico.
No son pocos los estudios que nos informan que en países como en Estados Unidos, la población blanca tiene mayor probabilidad de recibir el diagnóstico de TEA de manera temprana y oportuna que la población negra, y que ésta última lo tiene más probable que la población hispana, en la última posición aparecen las poblaciones de origen asiático.
En nuestro medio no tenemos investigaciones de este tipo, pero es de suponerse que la población blanca y mestiza tiene mejor condición económica y más facilidad de acceso a servicios de salud que la población maya, xinka o garífuna.
Estas disparidades no son fácilmente superables pero podemos emprender iniciativas que contribuyan a la detección temprana, una de ellas es la divulgación de información. Internet y las redes sociales nos ofrecen un espacio que no podemos dejar de utilizar provechosamente. Desafortunadamente también es el espacio de luchas sectarias, sin sentido y sin resultado, de expresiones supremacistas y exclusivistas que en nada contribuyen a aclarar el panorama.
Guatemala es un país con 17.5 millones de habitantes, con significativo acceso a telefonía celular y 7.9 millones de usuarios activos en internet (45% de los que tienen acceso), con un crecimiento anual de 1.9%. Facebook tiene una audiencia de 7.4 millones, el 99% lo hacen en su teléfono celular (Yi Min Shun, 2020)Este es un escenario en el que podemos hacer una siembra tremenda. Una realidad que se repite, con números distintos, en los diversos países de nuestro continente americano.
Se han realizado estudios del impacto de programas de mensaje de texto a los padres en relación a mantener al día los esquemas de vacunación. El resultado ha sido variable, de bueno a exitoso. Nos muestra que podemos aprovechar esta herramienta y otras similares en programas de educación popular sobre neurodesarrollo. Cuestiones básicas, sencillas de comprender pero que alerten ante los desvíos o atipicidades en el desarrollo de manera que puedan motivar a la consulta temprana y oportuna, algunos de estos niños que consultan estarán dentro del espectro del TEA y serían detectados a edad más temprana.
El reto es usar las redes sociales y los medios electrónicos en provecho de estos fines. Sería mucho más fructífero que el debate si TEA, CEA o EA, por ejemplo.
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