EL CORONAVIRUS NO PUEDE SEGUIR DETENIENDO LA ECONOMÍA, pero…

Recuerdo en enero cuando leía las noticias de lo que ocurría en Wuhan, miraba la situación del «nuevo virus» como algo lejano, distante, que las autoridades sanitarias locales y mundiales (OMS) lograrían detener para no vivir nuevamente la experiencia de la INFLUENZA A (H1N1), del SARS o del MARS. Para inicios del 2020 la cosa cambió y aparecieron casos en EEUU y poco después en Europa. Aquello ya no parecía augurar nada bueno.

Luego el inicio de la situación en España e Italia, con gobiernos que no reaccionaban oportunamente y seguían permitiendo concentraciones masivas en futbol, manifestaciones, actos políticos y otros. De pronto el descalabre. Era cuestión de tiempo que esta nueva peste nos llegara a todos. Para ese momento ya sabíamos que era un coronavirus, el SARS-CoV-2, y la enfermedad fue denominada COVID-19.

El arranque definió nuestro destino: los países desarrollados comenzaron a mostrar la incapacidad de atender la emergencia sanitaria en varios casos, los gobiernos sin autoridad, ni liderazgo. Algunos asumieron medidas drásticas y otros jugaron a los «valentones» como el caso del Reino Unido y Suecia.
En Hispanoamérica los gobiernos de dos de los países más grandes y poblados (en distintos polos del espectro político) asumiendo la situación desde una posición de negligencia que rozaba lo ridículo e irracional.

En Guatemala la combinación perfecta para un desastre: autoridades negligentes + corrupción de los organismos del estado + buena parte de la población inconsecuente + parte del sector empresarial preocupado solo por la economía.

En mi corazón albergaba la esperanza que la radiación ultravioleta diferente por la temporada, la primavera-verano, el cambio en la humedad del ambiente y la menor contaminación por la disminución de la actividad humana en general, traerían consigo una disminución de la virulencia de este virus y su probable desaparición.

Los datos científicos en constante revisión, algunas veces extraños e incluso opuestos a lo que se sabía de unos días antes, nos aportaban alguna información que no podemos perder de vista:
1. Parece que el virus vino para quedarse.
2. Parece que el virus provocará una segunda ola, probablemente no tan fuerte como la primera.
3. Hasta ahora abemos, de acuerdo a un estudio de Mount Sinaí que incluso los pacientes con cuadros de COVID-19 desarrollan inmunidad, pero, de acuerdo a un estudio del Reino Unido, esta inmunidad no permanece más allá de tres meses.
4. Que a pesar de los desastres que ha ocurrido en algunos países, la inmunidad de la población apenas alcanza el 5% o menos y en los mejores casos no llega a superar el 10%. Es decir, muy lejos del valor de 60% que se ha considerado para asumir la inmunidad de grupo. Algunos investigadores han lanzado la hipótesis que podría ser que este valor fuese más bajo en el caso de este coronavirus, pero aún no ha sido alcanzado por ninguna población.
5. Los equipos médicos de terapia intensiva han ido armando el rompecabezas y descubriendo modalidades de tratamiento que han permitido a muchos pacientes salir adelante, a pesar que la letalidad sigue siendo alta.
6. A la vista hay algunas vacunas prometedoras y protocolos de tratamiento farmacológico que pueden cambiar el rumbo de la enfermedades (no me refiero a los protocolos que alguno colegas han popularizado y que inducen a la automedicación, cuestión que me parece poco responsable).

Ante este panorama me parece claro que tenemos que tomar en serio la vuelta a la actividad económica antes que el desastre sea mayor. Pero no es una vuelta así nada más, es una vuelta con protocolos, con normas muy claras y sanciones estrictas para evitar que la situación se descontrole y nos manden a un nuevo confinamiento.

He visto, a los partidarios de la pronta apertura económica, asumir dos posturas:
– La postura correcta de aquellos que trabajan en protocolos para el retorno a la actividad económica, que organizan los entornos laborales de acuerdo a las exigencias de esos protocolos y de la intención de disminuir o anular la probabilidad de contagio en el lugar de trabajo.

– La postura incorrecta de quienes para retornar a la actividad económica se dedican a negar la realidad que vivimos organizando manifestaciones sin sentido, grupos que difunden información errónea que confunde a la población y la pone en riesgo. Los mismos empresarios (grandes y pequeños empesarios) tenemos que ponerle un alto a esta postura porque es un riesgo serio para la misma economía que necesitamos defender. No es con mentiras que activaremos la economía.

Ejemplos de los desastres posibles quedan a la vista. En España, por ejemplo, se activaron muchas cosas y las fotografías del desorden son elocuentes. La situación se ha desbordado en Cataluña y Aragón. Otros países europeos advierten a sus ciudadanos de viajar a ese país, hoy el gobierno español gestionaba en el Reino Unido no incluir a Baleares y Canarias en esas posibles restricciones.
Ayer compartían un video del ingreso a un supermercado en México. Falto previsión en la gente que acudió a ese lugar, pero también los empresarios fallaron en prever la situación y prepararse para ello.
Acá nosotros basta ver las aglomeraciones cotidianas que hacen ver que no hemos entendido la gravedad de la situación.
Así no podemos volver. Así la vuelta solo implicará un nuevo desastre. Así nunca controlaremos la situación.

La vuelta a la actividad económica debe ser racional, bien planificada, atendiendo a normativas técnicas estrictas, con normas científicamente fundadas y protocolos bien establecidos, sanciones estrictas y duras para quienes violen las normativas.

PROPUESTA: APOYAR A LOS EMPRESARIOS RESPONSABLES Y CONSECUENTES QUE TRABAJAN EN PROTOCOLOS Y EN ACONDICIONAR LOS ENTORNOS LABORALES PARA HACER FRENTE A ESTA REALIDAD, PARA VOLVER A NUESTRAS LABORES CON PRUDENCIA Y DE MANERA RAZONABLE.

Cada uno en lo que nos toca. En mi caso, como pequeño empresario, estamos tomando las medidas sabiendo que no estamos exentos de riesgos, primero Dios lo estemos. En junio volvimos al trabajo, con procedimientos claros, disminuyendo el número de visitas, cancelando visitas no del todo necesarias, medidas de limpieza-desinfección (nada de sanitización, que eso no vale para este virus y la palabra no existe en español) y otras medidas. Pido a Dios que nos guarde de este peligro real y que no podemos ver.

Oremos.

Imagen de Agencia de Noticias México.
Dado el descontrol al ingreso de clientes a este supermercado, las autoridades lo clausuraron temporalmente.
Perdieron los compradores, perdió la empresa y perdieron los trabajadores.




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