Guatemala es uno de los países del mundo con menor tasa de médicos por mil habitantes. Veamos algunos ejemplos:
– España 3.9 (por mil habitantes)
– Alemania 4.2
– Estados Unidos 2.6
– Cuba 8.2
– Argentina 3.9
– Bolivia 1.7
– Paraguay 1.4
– México 2.3
– Costa Rica 1.1
– El Salvador 1.5
– Guatemala 0.4 según Index Mundi y 0.9 según la OMS.
La OMS considera que se necesita una ratio de entre 2 y 3 miembros de personal de salud (médicos y paramédicos) para hacer frente, mínimanente, a las demandas de salud de la población en general. En nuestro país distamos de esos valores y los datos de nuestros vecinos americanos parecen muy lejanos a nuestra terrible realidad.
Si a esto sumamos que nuestro país tiene el más bajo porcentaje de inversión del PIB en salud en la región, podemos comprender muchas cosas de nuestros indicadores: mortalidad infantil, mortalidad materna, situación general de salud, etc. Veamos algunos ejemplos porque es necesario para hacernos una imagen de la situación:
– España 6.24% del PIB
– Argentina 6.61%
– Estados Unidos 14.32%
– Bolivia 4.42%
– Costa Rica 5.93%
– Cuba 10.47%
– Paraguay 3.03%
– Guatemala 2.08% (Expansión, datos macro 2020)
Adicional a eso sumemos otros factores:
– Aparato estatal lento, burocracia asfixiante
– Inoperancia de instituciones del estado
– Niveles galopantes de corrupción dentro del sistema de salud nacional y alrededor de este
– Poco interés en las autoridades de gobierno en resolver los problemas de salud, no son prioritarios
– Proyectos cortoplacistas y no una visión de estado en materia de salud
– Etc.
En ese contexto trabaja el personal de salud nacional tratando de servir a más de 18 millones de guatemaltecos. Un sistema precario. Por eso nuestras jornadas laborales prolongadas e irracionales, no hay suficiente personal y tampoco se forma de un día para otro, lleva años lograrlo y cada vez son menos atractivas las profesiones vinculadas a la salud.
¿Qué hacemos? Abandonamos hasta que las condiciones laborales sean apropiadas. No, eso no es posible y no es propio del personal de salud abandonar el campo de batalla. Claro, algunos tendrían la oportunidad de retirarse y dedicarse a otro oficio, pero hay algo que nos mantiene en ese lugar a pesar de lo complejo y exigente del entorno: el deber y algo inexplicable que va más allá de el deber.
El personal de salud ha pagado con muchas vidas, una ofrenda de dolor, para mantener y tratar de mejorar el sistema. Muchas de las voces han sido acalladas violentamente, otras han sucumbido por causa del mismo sistema. Todos los esfuerzos terminan ahogados por los tentáculos de poderes ocultos y no tan ocultos que se aprovechan de la situación.
Abandonar el puesto no entra dentro de los planes.
