Me compartió una madre que su hijo de primaria debe conectarse todos los días hacia las ocho de la mañana para iniciar sus clases virtuales, una tras otra hasta las doce del día. ¡Cuatro horas continuas de clases virtuales!
Luego fui conociendo de casos similares. Esto no me causó admiración sino tristeza, pensé en esos niños y esos docentes enfrentando esa demanda que, a mi juicio, es poco práctica y poco adecuada.
La emergencia generada por la pandemia del SARS-CoV-2 obligó a la escuela presencial a trasladarse, de manera inmediata y urgente, a modelos de educación a distancia, dentro de ellos el virtual. Un salto dado de manera apresurada, muy necesaria pero la prisa en la respuesta ha provocado la implementación de una escuela que no es, necesariamente, la que los estudiantes necesitan.
Algunas autoridades escolares han entendido así la escuela virtual y han pedido a sus docentes que preparen actividades para mantener a los estudiantes conectados por largas horas. Esto implica dos cosas:
– Maestros sobrecargados
– Estudiantes «conectadamente desconectados».
He tenido algunas experiencias con formación virtual. Tanto como alumno, así como docente o coordinador. Considero que es un recurso invaluable, que aporta muchos beneficios y ventajas, aunque también tiene desventajas que es necesario conocer y analizar. La metodología de instrucción virtual es parte de nuestro presente y tendrá un papel más grande cada vez en la medida que avancemos en el tiempo.
Actualmente participo como alumno en un programa de formación no presencial europeo gracias a una beca que me concedió la universidad en la que se desarrolla. Es un programa muy bueno, me gusta y he aprendido muchas cosas, no se parece en nada a lo que escucho que actualmente se desarrolla en algunas instituciones escolares. Pero quiere referirme al anterior programa de educación virtual en modalidad de e-learning en el que participé. Este fue un curso sobre INFANCIA Y DESARROLLO del Banco Mundial.
El curso estaba formado por un espacio de interacción, guías de estudio individual, material complementario, exámenes en línea, clases virtuales y otros recursos. Las clases virtuales me resultaron muy interesantes y me llamó la atención su brevedad, 10 a 15 minutos.
En el tiempo de la clase el docente desarrollaba el tema enfocándose en los aspectos más importantes del contenido que se cubría. Todas las clases tenían una estructura común: saludo, desarrollo del tema, resumen general resaltando las ideas principales y cerraba con una motivación-orientación para el estudio y trabajo individual.
La metodología virtual es una metodología muy de la mano con el constructivismo, propicia la autonomía, el desarrollar la motivación interna que favorezca la responsabilidad del estudiante en su aprendizaje, reclama del estudiante el ejercicio responsable de esa autonomía, un nivel de disciplina mayor que el que se requiere para las actividades presenciales.
LA ATENCIÓN ES UN ASUNTO IMPORTANTE
Durante mucho tiempo se ha dicho que el umbral de atención de los estudiantes en una conferencia (lecture) oscilaba entre 10 y 15 minutos, esto fue uno de los factores que influyó para que las excelentes charlas TED o de BBVA no sobrepasen los 15-18 minutos. Esa idea no tiene mucho fundamento en estudios y es una conclusión empírica que ha sido universalmente aceptada. Dos son las realidades: ordinariamente el umbral o span de atención es más breve que eso (mucho más breve) y la atención del estudiante depende, fundamentalmente, de las habilidades del profesor para mantenerlo enfocado.
Lo que actualmente estamos desarrollando en la escuela, considero que no puede calificarse como e-learning porque ese es un concepto que incluye diversidad de aspectos que no necesariamente se están llevando a la práctica, además es indispensable contar con profesores entrenados en la metodología de instrucción virtual, con esto no me refiero a profesores que sepan manejar una computadora, plataformas virtuales u otras herramientas, sino a profesores capacitados en esa metodología de enseñanza y considero que no es el caso. Sencillamente los profesores entrenados en metodologías presenciales de la enseñanza han tenido que saltar al mundo virtual con lo que pueden, con lo que tienen y con lo que les permiten o exigen.
No es razonable el mantener a los estudiantes «conectadamente desconectados» por largas horas. Algunos estarán frente a la pantalla y su mente en otros lugares. Otros se conectarán y comenzarán a hacer otras cosas. Otros tendrán que aplicar un esfuerzo extraordinario para mantener la atención por esos tiempos irrazonables.
Hasta el día de hoy, por la gracia de Dios, he tomado programas de formación virtual con la Universidad de Barcelona, Universidad de Catalunya, Centro Europeo de Integración Sensorial, Banco Mundial, Academia de la Liga Internacional contra la Epilepsia, la Universidad Europea del Atlántico y otras. En ningún caso, realmente ninguno, he tenido que conectarme a una clase virtual tras otra por dos, tres y menos por cuatro horas y estoy mendionando programas de formación para universitarios.
A mi parecer eso de conectar a los escolares a las clases virtuales a todo lo largo de la jornada escolar, es una mala concepción no solo de la virtualidad en la educación sino de la educación en general. Creo que es el momento en el que debemos escuchar y apegarnos a los especialistas en esta materia así como procurar, por todos los medios posibles, profundizar en nuestros conocimientos en ello. Esta situación durará un poco más, los estudiantes y maestros necesitan beneficiarse de ello.

Gracias por la orientación.
Es un tema complejo, muchas gracias por leerlo.