MAESTRO ahora que te quedaste sin tiempo libre.

Algunas personas piensan que a todos los docentes el COVID-19 nos envió a vacaciones adelantadas. Equivocada percepción.

TRABAJO SIN HORARIO. Antes entrábamos a las ocho y salíamos a las dos de la tarde en el colegio en el que yo trabajo. Ahora comienzo a recibir mensajes de los chicos a las siete de la mañana y, a veces, llegan los últimos hacia las nueve o diez de la noche. Mensajes en sábado y en domingo, en Semana Santa.
¿Se les puede exigir a los estudiantes que se ajusten a un horario? Tiempo especial reclama medidas especiales. Tiempo extraordinario reclama medidas extraordinarias.
¿Y quién paga ese tiempo extra? Nadie, lo paga nuestra vocación, nuestras ganas de seguir adelante a pesar de todas las dificultades.

DISEÑAR CON MUCHA CREATIVIDAD. No compartir en el salón de clases nos ha hecho idear actividades y tareas que permitan alcanzar las competencias propuestas a pesar de la irregularidad en la que nos ha metido el COVID-19. Eso requiere sentarse, pensar, investigar, buscar alternativas, planificar, pensar en cada chico y en su situación en casa, eso no sale de un momento a otro, demanda esfuerzo sostenido.

MANTENER EL CONTACTO. No hay contacto físico con nuestros estudiantes, pero de una u otra forma vamos buscando las maneras de interactuar con ellos. De hacerles saber que estamos presentes, que nos interesan y que estamos tratando de ayudarles en su aprendizaje.

RESPETANDO A LOS PADRES. El punto complicado acá es que los padres no pueden asumir nuestra labor pedagógica, ayudarnos un poco si. También es necesario hacerse la idea que es imposible trasladar la escuela a la casa de cada familia o trasladarnos nosotros a la casa de nuestros estudiantes.
Este modelo ofrece algunos limitantes y hay que entenderlo así, no podemos pretender seguir adelante con el ciclo escolar ordinario con los mismos contenidos o mismos programas que lo que desarrollábamos en las clases presenciales.

CLARO QUE HAY PUNTOS OSCUROS. Claro que algunos se han limitado a enviar listados recargados de tareas que terminan agregando estrés al estrés que la situación del COVID-19 ya de por sí produce. Otros no han enviado nada, ni hecho nada, ni planificado nada. De todo hay.
Pero esos abnegados, esos que el COVID-19 no ha detenido, esos merecen un especial reconocimiento.

Esto de la escuela a distancia, de la metodología que sea, no es asunto fácil. Está complicado, está cansando pero estamos aprendiendo muchas cosas nuevas. Al final, una ganancia tremenda en experiencias. Será difícil que alguien nos diga «no se puede», porque ya hemos probado que si.

Imagen de Freepik

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