COVID-19 y los párrocos.

El COVID-19 nos ha enviado a todos a nuestra casa, las celebraciones de la Santa Misa y otras han sido suspendidas, en Guatemala, por decreto presidencial. La Conferencia Episcopal guatemalteca respaldó la decisión del gobierno.

Imagen de Freepik

¿Lograrán vivir por la fe muchos de nuestros párrocos? Fe tienen, por algo se han dedicado a ese oficio tan exigente, demandante en todo sentido, y tan poco remunerado en la mayor parte de los casos. Es vocación, sin duda, porque difícilmente alguien pueda aceptar, después de una preparación seria, profunda y muchas privaciones, vivir cubriendo apenas sus necesidades básicas.

Muchos párrocos viven al día y otro tanto vive con el día atrasado, acarreando deudas de diverso tipo, que se pagan con dinero, con el escaso dinero que suelen recibir.

La fuente principal y algunas veces única de sus ingresos, con los que se mantienen y mantienen a la parroquia, son las ofrendas que los feligreses dan durante la celebración de la Santa Misa. No suelen ser ofrendas abundantes porque el católico no ha cogido la costumbre (que acarrea bendición) de ser generoso en sus ofrendas, tampoco tienen la costumbre del diezmo o las primicias, en general tienen poca costumbre de dar soporte económico a su congregación. ¡Claro que no todos!, siempre hay fieles generosos.

No se trata de la cantidad que des, sino de la forma en cómo lo das. Pero tampoco se trata de que si puedes dar, te busques dentro del bolsillo las fichas de más baja denominación para dejarlas caer en el saco o el canasto de las ofrendas. Especialmente cuando sabemos que de eso comerá el párroco, de eso se vestirá, de eso atenderá su salud, de eso ofrendará al obispado y otras obras, de eso sacará para ayudar a necesitados, de eso pagará la luz y el agua, de eso cubrirá la recolección de basura, de eso con lo que ni tu, ni yo lograríamos terminar una semana o a lo mejor un día, ellos, por gracia de Dios, logran estirarlo y que vaya alcanzando…

Pues viven de fe, claro está. Pero comen comida material, se visten con ropa material y van al médico que receta medicinas materiales, etc. Aunque Dios provee (de otra forma no se entendería cómo sobreviven), es obligación nuestra, como fieles, el asumir la responsabilidad de proveerles. Oremos por ellos, claro, debemos orar mucho por ellos, pero también levantar ofrendas, desatar la generosidad económica de parte nuestra.

Pues el COVID-19 ha dejado a los párrocos sin su fuente principal de ingreso. Ahora nos toca a nosotros ayudarles, asistirles, respaldarles. Ojalá se nos quede como costumbre cuando esto pase.

1 Comment

  1. Interesante exposición. Hay muchísimos párrocos y también ministros de otras denominaciones que son muy pobres, viven de la generosidad de los fieles feligreses. Mientras, dan su propia vida en ofrenda, sirviendo su fe. Gracias por recordarlos.

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