
Mantener vigente una página electrónica, un muro o un grupo en redes sociales no es tarea fácil. Demandan dedicación de mucho tiempo sea cual sea el contenido que se difunda. No es fácil administrarlos.
Si esta actividad es para formación entonces la tarea se torna más compleja porque requiere estar actualizado, escribir con frecuencia respondiendo a los intereses formativos de los lectores frecuentes y de los potenciales lectores también. Se necesita pasar por filtros la información que se dispone para que el impacto sea realmente formativo y no termine el administrador contribuyendo a «deformar» a quienes leen los materiales que se comparten.
Formar a través de medios electrónicos no es fácil porque no se tiene ese cara a cara de interacción que puede lograrse en un taller, clase o conferencia presencial. No sabe uno las reacciones de los lectores o el impacto que el texto pudiese haber causado. La forma de escribir debe ser agradable y atractiva, pero sin perder de vista el sentido principal: FORMATIVA.
El formarse implica confrontarse con la verdad, por compleja que sea, quitar algunas cosas que no están bien aunque las tengamos muy arraigadas, es un proceso complejo que implica ganancias yu renuncias.
Formar es ayudar a que la persona se construya, que elabore sus ideas fundamentado en hechos reales, concretos, sólidos. Algunas veces lo que lee puede resultarle agradable y otras veces molesto, pero siempre constructivo. Es desarmarse y rearmarse, cuestión que no siempre resulta fácil especialmente cuando implica la necesidad de despojarnos de algo que no está bien.
Los “me gusta” son importantes en los escritos formativos que se publican en medios como las redes sociales, dan un parámetro del número de lectores o personas que han interactuado con la publicación. No son, necesariamente, indicadores de si algo es bueno o no, hay muchos excelentes escritos con apenas uno que otro «like», pero esto no le resta valor al contenido.
También pueden ser la causa de la perdición de quien escribe al momento que se convierte en un cazador de “likes”. Ese es el instante en el que deja de ser un escritor formador para convertirse en un mercader que vende ideas elaboradas al gusto del público sin importar si estas son constructivas, formativas o, incluso, reales. Los cazadores de “likes” dicen lo que se quiere oír, ajustan su discurso a lo que vende, no les interesa si quien lo compra (lee) se confronta con la verdad. Terminan convirtiéndose en manipuladores y sus lectores no se percatan del daño que se hacen a sí mismos. Pero también pueden terminar convirtiéndose en seres manipulados por quienes le exigen que se mantenga en una línea de ideas para darle vigencia en determinados grupos.
Los cazadores de “likes” escriben bien, comunican, pero tienen poco reparo en difundir mentiras, su código de valores se ajusta al gusto del cliente y sorprenden por su versatilidad.
Por tu bien, aléjate de esas páginas, de esos muros o de esos grupos administrador por cazadores de “likes”. Terminarás pseudoinformado e interiormente muy deformado.
Jamás la verdad puede quedar sujeta a un «like». Quien escribe debe ser responsable de abordar la verdad, con la mayor objetividad posible y apegado a los hechos concretos, demostrables, sostenibles con argumentos sólidos y bien respaldados. El discurso de corte populista, ese que provoca «baño de masas» no construye, en realidad destruye. Escribir para que otros lean es un ejercicio que reclama responsabilidad y honestidad.