Este artículo forma parte de una serie de notas que he escrito en relación al Procesamiento Sensorial queriendo buscar una base fisio-neurológica que explique sus trastornos.
¿Cuántas veces hemos ido detrás de aromas que brotan de la cocina? Se convierten a veces en irresistibles convocatorias que desatan una serie de reflejos en nuestro interior. Pero no solo reflejos o respuestas automáticas involuntarias… En la cocina la olla del guiso estaba a pleno fuego, el hervor deprendía un olor agradable, olor a recuerdos, olor a infancia, olor a la casa vieja, olor a gratos momentos…¿Cuántas veces hemos ido detrás de aromas que brotan de la cocina? Se convierten a veces en irresistibles convocatorias que desatan una serie de reflejos en nuestro interior. Pero no solo reflejos o respuestas automáticas involuntarias…
HUMBERTO GUERRERO en su libro «DESHOJANDO LA MARGARITA» expone una serie de interesantes teorías en relación a la génesis del autismo. Este es uno de esos libros que no he iniciado por el principio sino por uno de sus capítulos intermedios: «EL OLFATO».
Dice Humberto «Con todo, no es tenido en cuenta el olfato como el sentido que permite y facilita la comunicación social, emotiva y representativa del sujeto en relación a su entorno cultural».
Poco atendemos el sentido del olfato y poco le entendemos también. Es interesante que es el único de los sentidos que no hace ningún relevo talámico sino va directamente al cerebro, sin intermediarios. Plenamente desarrollado desde los primeros instantes de la vida extrauterina y muy activo en ese momento intenso del nacimiento cuando siente para luego percibir el olor de la madre. ¡Tan importante es ese primer contacto!

Una gripe altera su funcionamiento y nos damos cuenta del impacto que tiene. Pero la pérdida total del sentido no nos resulta imaginable, afecta seriamente diversidad de aspectos de la vida cotidiana.
Sigue HUMBERTO: «Todos los mamíferos o en su mayoría, se valen de este sentido como recurso vital para acercarse a la fuente nutricia, buscar el alimento, protegerse de los depredadores, elegir el mejor hábitat, elegir la mejor pareja, procrear, advertir peligros, etc. Y la pregunta obligada es si realmente hemos dejado de ser «tan mamíferos», o a medida que nos hemos alejado del suelo hemos perdido las facultades vitales del olfato, como dijera Freud.»
Una de las conductas estereotipadas descritas en el autismo y que aparece en muchos de los test de screening es si se observa esa tendencia a oler las cosas o a olerlo todo. ¿Sigue siendo para muchos autistas el olfato un sentido tan fino como en la época más primitiva del ser humano? Buscan oler, si, algunos buscan oler y ¿cuántos serán invadidos y desorganizados por olores que se desprenden de elementos presentes en su entorno? ¡Que difícil se vislumbra resolver esto! Esto también se observa en chicos con TDAH y otros diagnósticos, no es exclusivo del autismo.
¿Cuantas manifestaciones de los trastornos del procesamiento sensorial tendrán una base olfatoria? Ni se estudian, en consecuencia no se abordan (o se estudian poco y poco se abordan).