
Hay dos tipos de luchadores por el medio ambiente: los cómodos y los guerreros. Los cómodos dan conferencias, hablan ante parlamentos, aparecen en los medios informativos, escriben libros y les dedican muchos comentarios, se les ve como ciudadanos ejemplares. Los guerreros son anónimos o poco conocidos, están en el frente de batalla, nadie o pocos hablan de ellos, no conocemos sus nombres, no conocemos sus luchas y se juegan la vida a cada momento.
En las últimas semanas los medios han informado de la muerte de defensores del medio ambiente: uno en México, otro en El Salvador y el más reciente en Perú. ¿Sabemos sus nombres? Probablemente no, pero no los anotaré con la intención de invitar a la búsqueda de información sobre estos héroes. Sin embargo si sabemos el nombre de otros que no pasan de un discurso bonito e interesante.
Hace unos pocos años dieron el premio Nobel de la Paz al vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, escribió un libro al respecto del medio ambiente… A su favor: buena prensa. Luego se dio ese mismo premio al recién investido presidente de ese mismo país, Barak Obama; al final de su gobierno lo que nos quedó fue un conjunto de países en tremendo caos o en guerra y aún no ha llegado la paz a algunos de ellos, pero tenía buena prensa.

Y así se propone ahora a otros candidatos con “buena prensa”, pero la pregunta es si dar conferencias, hablar ante foros políticos y otros es un mérito suficiente sin que esto se traduzca en acciones concretas en favor del planeta. No será una bofetada en el rostro de los que a cada momento arriesgan lo más precioso que poseen, la vida, por preservar nuestro mundo.
Hay tantas personas individuales y organizaciones alrededor del mundo que dejan su comodidad y seguridad para luchar en el frente de batalla por el agua, por los bosques, por la conservación de las especies, contra la minería de cielo abierto, por tantas cosas que a la mayoría de los habitantes de este planeta les pasan desapercibidas.

No estoy en contra de ningún nominado, tan solo quisiera que por lo menos se hable de los héroes olvidados, esos a los que les debemos tanto y en algunos casos la deuda es impagable (el precio de su muerte).