
En la escuela, como en todo lugar de interacción de personas, se dan conflictos y dificultades de relación interpersonal. Muchos de estos conflictos y dificultades de interacción contribuyen al crecimiento de las personas, por difícil que pueda ser reconocerlo, de hecho no existe un entorno en el que esto no pueda darse. Lo importante es que los maestros y directivos ayuden a canalizar estas dificultades de interacción y las transformen en elementos que tengan un valor educativo y formativo. De hecho la habilidad de resolución de conflictos es una de las habilidades necesarias de aprender a cualquier edad.
El juego es un excelente escenario para el aprendizaje del trato interpersonal, reconocimiento de claves sociales, aprendizaje de normas, reglas y límites, también lo es para aprender a resolver dificultades interpersonales. La presencia vigilante y proactiva de los profesores es elemento indispensable para que estos propósitos se logren, es necesario que aprendan cuando intervenir y orientar a los involucrados para resolver sus situaciones de una forma apropiada, socialmente aceptable, civilizada en general.
No podemos llamar «bullying» a todo esto. Eso termina devaluando el término y restándole el impacto que necesita tener para mantener sensible a la comunidad escolar, a la familia y a la sociedad en general.
Aunque algunos casos de acoso escolar son evidentes a varias personas en la escuela, la mayoría permanecen ocultos haciendo mucho daño, finalmente afloran y algunas veces lo hacen en hechos muy dolorosos para todos, especialmente para la persona acosada.