
Hace unos días conversaba con una madre de una persona autista sobre la necesidad de “humildad” en nuestro quehacer cotidiano como padres de personas con autismo o como profesionales que trabajan con ellos. Esto a raíz de agrias discusiones que se generan en redes sociales en las que se utiliza lenguaje ofensivo, denigrante, prepotente y una serie de descalificativos que no buscan discutir con el otro sino humillarle, reducirle a nada y si se pudiese, incluso, eliminarle.
Nuestras redes sociales, foros de discusión, congresos y otros entornos en los que nos encontramos cotidiana o eventualmente, se convierten en arenas a las que entras cubriéndote con tu escudo, algunas veces con la espada desenvainada y otras como mártir esperando a que te devoren las fieras o te aten a un tronco untado de brea para usarte como antorcha para iluminar sus agresivas discusiones. ¿De qué lado me vendrá la bofetada?, te preguntas algunas veces.
Por favor no confundir esto con una queja o actitud victimista, gracias a Dios hasta ahora he sido tratado con mucha misericordia pero no es la suerte que han corrido algunos amigos. No miro estas situaciones en grupos de padres con otras discapacidades o rara vez ocurre, pero en el entorno del autismo no son raras, son frecuentes. Basta dar un recorrido por Internet y entrar a alguna red social para verificar la frecuencia con la que encontramos comentarios disonantes y carentes de cortesía, incluso hay personas ampliamente conocidas porque entran a las discusiones pareciera con la intención de ir en búsqueda de una víctima.
Cada uno tenemos tantas cosas buenas para aportar: ideas, experiencias, conocimientos, etc. Entre todos podemos construir cosas maravillosas, transformar el mundo. Somos un universo de creatividad, si en lugar de dividir, dedicásemos nuestro tiempo y esfuerzo a sumar, alcanzaríamos fácilmente las estrellas.

LOS GURÚS
No quiero mal utilizar el término respetable de “gurú” por su significado que tiene en algunas cosmovisiones. Solamente quiero referirme a los que se sienten como “gurús” pero en una visión bastante distorsionada de la realidad, a esos que en lugar de enseñar y orientar, imponen. En la primera parte me refiero a qué es un gurú, sin entrecomillado, y en la segunda me refiero a “gurús” entrecomillado para hacer la salvedad que a ellos no aplica el término aunque lo utilicen o se sientan como tales.
La palabra gurú proviene del sánscrito y significa “maestro”, “guía” o “líder espiritual”. El sánscrito es una de las lenguas indoeuropeas más antiguas y una de las lenguas literarias utilizadas para escribir literatura; los vedas, por ejemplo, están escritos en sánscrito, el Rig-Veda fue escrito 1500 años antes de Cristo.
El sánscrito es uno de los 22 idiomas oficiales de la India y la lengua litúrgica en el hinduismo, budismo y jainismo (Wikipedia). La palabra “sánscrito” significa “perfectamente hecho”.
La autoridad de un gurú es reconocida. “Gu” significa “ignorancia espiritual” y “Ru” significa “conocimiento espiritual que elimina la ignorancia”. Consulté a Pedro Samayoa Arenales sobre algunas de las funciones de un gurú, asociando a sus respuestas información de otras fuentes para enriquecer el mensaje:
– El gurú enseña siempre a quien quiere aprender y tiene muchos conocimientos
– Es de mente abierta, entiende las diferencias entre las personas
– Enseña con palabras, con testimonio y con acompañamiento, está presente en el momento propicio, aclara dudas, enseña la serenidad y el dominio de sí mismo
– Cuida a sus discípulos, acepta la responsabilidad de conducirlo hacia la espiritualidad y se convierte en un amigo, entra el corazón de cada uno y les ayuda a reconocer el maestro espiritual que está en su interior
– Enseña la ciencia espiritual de una forma espontánea y natural, tiene una visión última de la realidad
– Sus conocimientos provienen de Dios y sus enseñanzas están cargadas de esa divinidad.
– Es amable y humilde, generoso, respetuoso, gentil y cuidadoso
– No juzga y sabe perdonar
– Etc.
Ahora bien, el término se ha aplicado a diversas personas principalmente con un sentido de “marketing”, bastante alejado del sentido real que la palabra tiene en su origen. Entonces un “gurú” se convierte de pronto en un agente fuertemente mercadeado en quien se identifican algunas características:
– Es un maestro que te puede enseñar pero difícilmente te acompañará en el proceso de aprendizaje de una forma personal.
– Se reconoce su autoridad o dominio en el tema.
– No toca las esferas de la espiritualidad de las personas sino la aplicación práctica de una serie de consejos para mejorar diversos aspectos de la vida personal o profesional. Generalmente vinculados con asuntos de autoayuda.
– Son excelentes comunicadores, cautivan audiencias y con frecuencia con invitados a impartir conferencias en diferentes lugares, con auditóriums que se llenan de gente ávida por escucharlos. Los asistentes repiten una y otra vez sus palabras, como que si fuesen mantras que les ayudarán a subir un escalón más en la vida.
– Poco a poco sus honorarios por conferencias y consejos se van acrecentando hasta convertirse en unas verdaderas máquinas de producir dinero por su alto poder de convocatoria.
Pues eso no está mal, el problema viene cuando a estos nuevos “gurús” se les reconoce una autoridad sin límite y aquello se convierte, por parte del oyente, en una obsesión y dependencia, las palabras el gurú llegan a ser casi “fórmulas mágicas que te ayudan a sobrevivir” (Fernández, 2010).
No es posible, un error que frecuentemente se comete, que se reproduzca en el oyente la misma vida del “gurú”. No es posible porque cada persona es diferente, las circunstancias son diferentes, las formas de ver las cosas y la capacidad de afrontarlas es diferente. Lo que el “gurú” le funcionó puede que no funcione a otro o que le produzca frustración tratar de reproducirlo. Claro que podemos tomar ideas y aplicarlas a nuestras circunstancias siempre y cuando sean pasadas por el filtro del sentido común, por lo menos.
LOS GURÚS DEL AUTISMO
Se está dando en nuestro medio (personas autistas, padres y profesionales) el comenzar a reconocer a ciertos “gurús del autismo”. Algunos son elementos positivos, que contribuyen significativamente a nuestras vidas, pero hay otros, y no son pocos, en un extremo obscuro a quienes se escucha sin cuestionar lo que dicen o al menos detenernos a pensar, reflexionar e investigar sobre lo que nos comunican. Preocupa ver cómo se van organizando especies de “sectas” alrededor de “grandes maestros” infalibles. Y más grande aún es el problema cuando estos “gurús” se creen eso y viven en un entorno lleno de gloria disfrutando de su infalibilidad, de los halagos del ejército de seguidores y aduladores, además de los ingresos económicos jugosos que les produce hablar sobre autismo.
Estos “gurús” del autismo se vuelven sumamente peligrosos cuando nos alejan de la interacción con otros que nos apoyan, como pudiera ser con los profesionales tratantes y las personas se quedan escuchando solamente su voz, los consejos que vierten en sus conferencias, publicaciones o por otros medios. Pueden llegar a proponer como válidos datos pseudocientíficos que su público o seguidores aceptan como verdaderos. Las redes sociales sirven mucho a estos “gurús” (TR, 2017), especialmente cuando hay espacios para que “bajo la apariencia de un facultativo, decida sobre la vida de las personas, a cambio, claro está, de una fuerte cantidad económica” (TR, 2017). El problema se acrecienta más cuando se verifica que muchos de estos “gurús” del autismo, saben de autismo poco o nada, o como diría el educador Alberto Royo: “lo saben de oídas”.
EL VERDADERO MAESTRO, EL SABIO, ES UNA PERSONA QUE SABE DECIR “NO LO SÉ”
Tomo una frase de María Luna: «Se vale ser humilde y decir «no sé». La vida está llena de tanto que aprender». Saber cuándo se debe decir “no lo sé” es una característica de los sabios verdaderos.
Es imposible saberlo todo sobre el autismo. Y cada vez, cada día que pasa, esa posibilidad se torna más remota. Las publicaciones, conferencias, descubrimientos van a un ritmo muy acelerado que no te alcanzas para cubrir la multitud de datos y experiencias que son divulgados en diversidad de medios.
En el tema del autismo no hay “gurús”. Hay compañeros de viaje, integrantes del equipo.
¿Cómo reconocemos a un maestro del autismo, a un auténtico “gurú”?
– Es muy honesto consigo mismo y con los demás, reconoce sus límites. Sabe que no lo sabe todo y que no sabe de todo.
– Sabe escuchar y respetar el punto de vista de otros.
– No impone sus conocimientos, los comparte para que cada quien, en ejercicio de su libertad, decida lo que toma y lo que deja. Pero haciendo ver con claridad la realidad de las cosas para que la elección se realice en un marco de responsabilidad de asumir las consecuencias buenas o malas de la decisión personal que se tome. No descalifica a los otros, tan solo hace ver la realidad y es esa misma realidad la que con su luz de verdad descalifica a la mentira o a la falsedad. Construye incluso desde el error o los malos cimientos de otros, porque sabe utilizar lo bueno que hay en cada quien y que uniendo las candelas (velas) de cada uno, podemos hacer que todo se ilumine mejor.
– Está siempre aprendiendo, a sí mismo no se reconoce como un maestro (aunque los demás le llamen así), se ve como un permanente aprendiz.
– Disfruta hablar a los demás, entrar en contacto con los otros y lo hacen con amor, no por intereses económicos mezquinos, aunque claro está que de algo tiene que vivir con dignidad. Pero no es un rico gracias al autismo.
– Incansable, parece que nada lo detiene. De pronto le ves con mucha energía entregado a su tarea hasta que cae exhausto y apenas necesita poca cosa para volver a la batalla.
– El tiempo le es muy escaso, sin embargo, encuentra el momento para atenderte y lo hace de manera personal.
– No rechaza una fotografía contigo porque seguro en algún momento la volverá a ver y le traerá un grato recuerdo de aquel encuentro.
– Se emociona con cada nuevo descubrimiento e inmediatamente lo comparte porque no es egoísta. No hace falta que asistas a todas sus conferencias, esa persona encontrará la forma de compartirte lo que sabe.
– Y otras.
LOS DE BEREA Y EL VALOR DE LA EVIDENCIA.
Quiero diferenciar claramente a los “mercaderes” (ellos quieren apoderarse de la palabra “gurú”) de los “compañeros maestros”, estos últimos son personas que dedican su vida a enseñarnos y compartir sus conocimientos, aunque vivan de ello, no son maquinaria productora de capital financiero, sino personas dispuestas a la docencia, a expandir la información útil y práctica.
Hago constar que no estoy escribiendo una prédica sino solamente tomando un ejemplo interesante del Nuevo Testamento. En los Hechos de los Apóstoles se relata en dos versículos la actitud de los de Berea en relación a la prédica de Pablo y Silas: «Inmediatamente, por la noche, los hermanos enviaron hacia Berea a Pablo y Silas. Ellos, al llegar allí, se fueron a la sinagoga de los judíos. 11.Estos eran de un natural mejor que los de Tesalónica, y aceptaron la palabra de todo corazón. Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así.» Hechos 17:10-11
Los habitantes de esta ciudad escuchaban lo que Pablo y Silas les decían y lo hacían con mucha atención, con mejor actitud que los de Tesalónica en cuanto a su curiosidad porque «diariamente», después de escucharlos, se iban a las escrituras para verificar que las cosas «eran así». Es decir que escuchaban atentos y con interés, pero no terminaba todo en ese punto, a pesar de la autoridad de Pablo, ellos iban a la fuente que disponían para contrastar la información.
Bien hacía Ma Fer Digu al anotar en un comentario algunas observaciones que tenemos, nosotros los «normales» cuando escuchamos la opinión de «expertos»:
– Escuchar con respeto
– Leer
– Cuestionarnos y contrastar
– Investigar
– Disentir si es necesario
Es decir, actuar como los de Berea. Al hacerlo así podremos comprobar quiénes nos anuncian la verdad y quiénes se apartan de ella. Es agradable escuchar un discurso bonito, pero más bella es la verdad.
CUANDO LA JAURÍA TE CAE CON INTENCIÓN DE DESPEDAZARTE
Hay espacios de “discusión” en los que no puedes discutir, tan solo alinearte a las ideas que sus líderes han decidido que deben ser aceptadas irremediablemente. Pobre de ti si disientes, si cuestionas y si dudas: la jauría te cae encima con la intención de despedazarte. Y después de haberlo hecho sin piedad alguna, te eliminan, te bloquean y puede incluso que te persigan haciéndote la vida imposible en otros entornos.
VANIDAD DE LUCHAS FRATICIDAS
No quiero perder la visión “romántica” que tengo del autismo en lo que
se refiere a la unidad y amistad que reina entre nosotros… Perdón por los puntos suspensivos pero creo
que si van al final del comentario.
¡Cuantas discordias entre nosotros!
¡Cuanta rivalidad entre grupos y asociaciones!
Sorprendente, sorprendente, muy sorprendente hasta el punto que cada vez que me
entero de algo que ha ocurrido me cuesta mucho creerlo.
De pronto el ejército de padres, profesionales y activistas del autismo entramos en el campo de batalla. Cuando menos venimos a sentir cada uno va haciendo su propia batallita y sin darnos cuenta puede que termine haciendo su batallita contra nosotros, ¿supuestamente estamos en el mismo bando o no? Pareciera como hermano luchando contra hermano y bien sabido es que una ciudad dividida contra sí misma, no permanece.
¿Cuál es el problema de fondo? El mismo de siempre: “seréis como dioses”. La vanidad, el orgullo están en la raíz de muchos o de todos los males y en el autismo no estamos exentos de ello. Mientras destendemos nuestras plumas de pavo real para ver quien tiene la cola más hermosa, resulta que el avance en favor de nuestros hijos se ve debilitado, enlentecido pero, gracias a Dios, nunca se detiene. El día que tomemos nuestra dosis respectiva de humildad, grandes avances tendremos.
BIBLIOGRAFÍA
Fernández E. Gurús de la literatura de autoayuda. El mundo: https://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/07/23/noticias/1279901252.html Accesado el 21 de octubre del 2018.
TR. Internet al servicio de los “gurús” de las pseudociencias. El Plural: https://www.elplural.com/comunicacion/internet/internet-al-servicio-de-los-gurus-de-las-pseudociencias-hasta-ahora_104201102 Accesado el 21 de octubre del 2018.
utopia, utopía
f. Proyecto, idea o sistema irrealizable en el momento en que se concibe o se plantea: hoy por hoy, la igualdad social es una utopía.
© Espasa Calpe, S.A.
Eso pone en el diccionario. Es la palabra que me ha venido a la cabeza al leer este texto. Y qué curioso el ejemplo que ponen.
Pero, aunque solo sea en pequeña cantidad, cuando encuentras personas humildes da gusto conocerlas. Y de todas ellas se aprende, o debería como poco, algo de esa misma virtud.
Qué suerte tuvieron allá en Guatemala.
Qué penita que tu paso por España no haya sido más largo.
Qué suerte que internet nos acerque un poco, ¿verdad?, así resulta más fácil.
Y en persona, cuando se es un poco humilde, también es más fácil relacionarse.
Así es Ricardo Canal Bedia, que lleva años trabajando con personas con TEA.
A José Ramón Alonso Peña no lo conozco pero en los vídeos parece majete (tú dices inmenso corazón).
Re publicado en mi muro AUTISMOCBAMX, como siempre sensato y humilde. Gracias por compartir tus espacios y pensamientos.
Gracias Humberto por la valoración que haces, sabes lo mucho que lo aprecio.