
La relación entre hermanos es muy variable a lo largo del día, pueden pasar de momentos en los que se necesitan uno al otro a momentos en los que prefieren estar uno sin el otro. Lo importante es el manejo que los padres demos a esta relación a fin que cada uno aprenda a ceder y a aceptar las diferencias como factores que les enriquecen. Comparto algunas ideas al respecto aunque es un tema en el que cada uno podemos aportar experiencias para enriquecerlo.
Algunas recomendaciones:
Pueden sugerir diferencias por factores propios de su temperamento (humor, carácter, adaptabilidad, etc.) Esto no resulta tan fácil cambiarlo y se requiere mantener un proceso de educación constante, corrección de errores, consejo, orientación, etc. El objetivo es moldear el carácter y que sus manifestaciones sean socialmente apropiadas en distintos contextos.
- Explicar la conducta inapropiada que se ha observado
- Modelar la conducta apropiada, esto quiere decir ejemplificar la forma de proceder
- Siempre hacerlo en un sentido positivo mostrando la confianza que le tenemos
Esto nos ayuda a ver que nuestros hijos, incluso siendo criados en el mismo hogar, son personas diferentes, con formas diferentes de ver y analizar las cosas, diferencias en sus reacciones y expresiones emocionales, etc.
Invasión del espacio personal del otro. Algunos niños son muy sensibles a esto, otros indiferentes en buena parte. Los niños sensibles necesitan tener demarcado su espacio personal psicológico y su territorio, por decirlo de alguna forma. No tiene nada de malo que esos espacios sean definidos y aclarados al otro hermano.
- Enseñar a su hermano que haga aproximaciones de frente y anunciándose de alguna forma
- Explicar que hay espacios personales que deben respetarse y otros que son compartidos. Que algunas veces necesitamos movernos hacia nuestros espacios personales para recuperarnos.
- Procurar que los espacios de juego estén en territorios “neutrales”, de manera que se favorezca la interacción pero enseñando a cada uno a respetar los juguetes o propiedades del otro.
- En los espacios compartidos debe haber reglas básicas de convivencia en relación al vocabulario, volumen de la voz, no aceptación de insultos o respuestas agresivas, etc.
- Disponer de juguetes colectivos y también de juguetes propios (esa propiedad necesitamos enseñar a respetarla, pedir permiso para usarla y devolverla cuando se termina de usar)

Los padres o adultos próximos (abuelos, maestros, etc.) nunca deben tomar partido. Siempre mostrarse ecuánimes y en favor de lo que es justo. Los niños detectan inmediatamente cuando se está favoreciendo claramente al otro y esto deja una sensación de injusticia que puede ser difícil de reparar. Deben evitarse las comparaciones, estas hieren y denigran, en cierto modo, a quien es comparado con otro.
Participar en juegos juntos. Compartir los padres (o adultos) con los niños. Esto enseña reglas de convivencia y que es posible compartir y jugar pasándola bien, pero que también es posible disentir sin tener que generar un conflicto. Esto permite desarrollar habilidades como la de la negociación, la cooperación, argumentar para defender posiciones e ideas. Jugar juntos en familia contribuye al aprendizaje de diversos aspectos:
- Aprender a ganar y perder, desarrollando el sentido de sana competencia
- Aprender a respetar límites
- Aprender a respetar normas
- Resolver diferencias
- Etc.
Permitir que las diferencias o situaciones incómodas puedan verbalizarse de manera calmada o expresarlas de alguna forma (puede ser dibujada, por ejemplo). Ayudar a reconocer las emociones del otro para favorecer el desarrollo de la empatía. Aprender a escuchar la opinión y el punto de vista del otro.
Felicitarles cuando vemos buen manejo de las situaciones. Hacerlo ver de manera que sea un acontecimiento familiar importante. Incluso, si es en cuestiones relevantes, puede hacerse alguna sencilla celebración.
Anticipar situaciones. Podemos prever que un conflicto ocurrirá, no es bueno dejar que se llegue a ellos. En algunas oportunidades es importante observar el manejo que cada uno está dando a una situación de diferencia, e incluso a una situación conflictiva, pero el adulto siempre debe estar presto a intervenir de manera oportuna.
Las situaciones conflictivas graves en las que hay insultos y/o golpes requieren la intervención inmediata de los padres con la aplicación de las sanciones que correspondan una vez la situación se ha calmado. Nunca es bueno discutir cuando el conflicto está aún en caliente porque esto provocará que los padres tengan que levantar la voz, que nadie escuche y que el conflicto aunque se detenga, en realidad empeore.
En algunas oportunidades la situación es tan complicada y difícil de resolver que es mejor buscar la asistencia profesional.
NOTA: las imágenes son tomadas de Pixabay.