La soledad de la cumbre.

EN HONOR A LEO MESSI

Escribí esto hace algún tiempo, cuando Lionel Messi anunció su retiro de la selección argentina al finalizar el mundial del 2014.

Con frecuencia se repite que nadie se acuerda del segundo lugar, el primero se lleva toda la gloria y no deja nada para los demás, pero eso no es cierto.  El impacto emocional del segundo es muy fuerte porque acarició la gloria pero hay diferencia entre el segundo que está en ese lugar sin esfuerzo y el segundo que llegó hasta ello luchando, sin rendirse, esforzándose y poniendo todo lo mejor de sí; éste último experimentará mucho dolor de no haber alcanzado la gloria del primero pero su mérito es indiscutible.

Argentina segunda en el pasado mundial, Argentina segunda en la Copa América… ¿Fracaso?   Para nada, Argentina llegó hasta ese lugar dejando sudor en el campo.  El primero debe sentirse muy orgulloso de haber logrado batir a un segundo aguerrido y decidido.

Leo Messi está viviendo un fenómeno que he pensado llama “LA SOLEDAD DE LA CUMBRE”, intentaré explicarlo.

En la vida vas esforzándote, sacrificándote y renunciando a muchas cosas para ascender a la cumbre.  En el camino te topas con otros que no se detienen, algunos se rinden y otros no lo intentan siquiera.   Pero tú sigues el camino hacia arriba dejando un rastro marcado por la decidida determinación de continuar hacia adelante a pesar de las dificultades.   En ese contexto me encantó la sencilla pero contundente frase de una amiga, Claudia María Lara Galo: “sigamos”, clara invitación a no detenerse en el camino por más difícil que este pueda parecer.

Vas subiendo y te das cuenta que a cada paso hay menos en ese mismo camino y de pronto te descubres en la cumbre.  Un lugar maravilloso desde donde puedes ver todo, contemplas las cosas desde otra perspectiva pero tiene un gran inconveniente: estás solo.  Tus amigos se quedaron allá abajo.  En la cumbre no hay espacio para muchos.  En la cumbre tienes la mirada y todos los sentidos muy agudos, por eso sientes las cosas con más fuerza, todo impacta en mayor grado y puede provocar heridas.  Es muy fácil caerse de la cumbre y te vienes rodando hasta el punto que pueda ser difícil detener tu caída.  En la cumbre escuchas todas las críticas y, aún sin quererlo, asumes responsabilidades que pueden no corresponderte por una sencilla razón: quedas a la vista de todos.   Todos te ven pero estás solo.

Al que está en la cumbre todos lo demandan mantenerse en ella y sin embargo a la vez muchos pueden querer botarle.  Se le exige más, se espera más y se termina ignorando que es un humano tan igual a todos los demás que están allá abajo.

En la cumbre experimentas los fracasos que no son tuyos, experimentas los dolores de otros, sufres las penas ajenas y sin embargo tienes que dar la imagen de imbatible porque nadie espera que llore quien está en la cumbre.

Allá arriba se carga con las responsabilidades de los demás y todos esperan que tiendas la mano, incluso a aquellos que no se han esforzado.

Y con frecuencia te brota un poderoso deseo: bajar de la cumbre y vivir tu vida, no la vida que los demás esperan que vivas.

Leo Messi: estás en la cumbre y puedes bajarte cuando quieras.  Vive tu vida, no vivas una vida que no sea tuya.

Quien está en la cumbre te entiende perfectamente.

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