La poeta Tere Acosta habla de la poesía como herramienta para el aprendizaje de la lectura y la maestra Claudia María Lara Galo le invita a extenderse. Claro, la maestra reconoció inmediatamente el poder de la poesía en la escuela y motivó a la poeta a abrir sus versos a todos.
La poesía (leída, escuchada o declamada) debe estar presente en la escuela. Ritmo, cadencia en el lenguaje, riqueza de vocabulario, rima y aliteración… Conciencia fonológica desarrollándose en pleno. Además exige a la prosodia y provoca la incorporación de gestos y posturas corporales que enriquecen la comunicación.
¡Tremendo ejercicio lingüístico y del alma!
La poesía no tiene que salir de las aulas.
Jaime Álvarez habla de ella como un sentimiento misterioso o como un misterio sentido.
El poeta juega con las palabras y las hace imágenes, llena de figuras literarias que fomentan la imaginación y el desarrollo de habilidades metalingüísticas. Quien la lee, la escucha o la declama va más allá de la palabra escrita a un mundo sublime en el que la imaginación es la llave que abre la puerta al encanto convertido en versos.